Escenarios
•Los días más oscuros
•Entereza para seguir
•Mantener la lucha
Luis Velázquez
10 de septiembre de 2020
UNO. Los días más oscuros
Se viven y padecen los días
más oscuros. En los últimos cien años, nunca jamás. Y en medio de la pandemia,
la recesión, el desempleo, el cinturón más apretado que será el año entrante
según aviso de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, lo único que cuenta
es la fuerza y la entereza para seguir adelante.
Un fracaso en la vida nunca
ha sido importante. Dos. Tres. Cuatro. Etcétera, pues la vida, en todo caso, es
la suma de victorias y derrotas.
Pero más, mucho más
indicativo y significativo, es mantenerse en la lucha.
DOS. 7 meses acuartelados
Son los peores días de la
vida. Llevamos acuartelados desde el día primero de marzo, trabajando muchos
desde casa. Los estudiantes recibiendo clases en línea.
Y aun cuando la
Organización Panamericana de la Salud advierte que la mitad de los ancianos
están sobrecargados de stress y están apareciendo más enfermos con problemas
mentales, solo queda llenarse de valor cada familia para empujar la carreta.
Ni modo, digamos, de
cruzarse brazos y ver que el desastre epidemiológico, económico, social y
sicológico nos devore a todos.
TRES. Llenarse de mucha prudencia
Nadie puede vaticinar por
ahora el fin de la pandemia. Los grandes médicos profetizan que ya se levantará
la cuarentena y días, semanas después, el rebrote.
Y sin embargo, cada quien
su COVID ha de cuidarse más y más, porque la vida está en riesgo, igual o peor
que hacia el mes de marzo cuando la pesadilla comenzara.
Solo resta llenarse de
mucha prudencia y paciencia para alentar a la familia en las horas más oscuras
que vivimos y padecemos.
CUATRO. COVID o recesión
La coyuntura es difícil.
Sigue el confinamiento a costa de la crisis económica recrudecida o salimos a
la calle a la vida normal para alivianar la economía con el riesgo de quedar
contagiado y hasta con el peligro de la muerte.
Se muere por el COVID o se
va muriendo poco a poco con la recesión, el desempleo y la hambruna.
La vida, jugándose a los
dados, la ruleta rusa.
Con todo, lo único que
cuenta es el valor, la decisión y la fortaleza del corazón y las neuronas para
continuar unidos en la familia y entre todos buscar una lucecita en el fondo
del túnel.
CINCO. La vida es así…
En el camino, muchos han
quedado contagiados y una parte la ha librado. Otros, han fallecido, dejando
sufrimiento y dolor.
Una silla vacía en la mesa
de comer. Una cruz en el camposanto. Los recuerdos de los días buenos quizá iluminando
las horas.
Pero al mismo tiempo, vaya
paradoja, hay otros familiares que están vivos y por quienes ha de lucharse
todos los días, en cada nuevo amanecer, con el mismo ímpetu, pues la vida, qué
caray, es así.
Emerson lo expresaba de la
siguiente manera:
El día cuando nacemos
empezamos a morir.
SEIS. Apegarse a la vida
Algún día saldremos del
atolladero. Es la historia de la vida. Los desastres naturales y las epidemias
y pandemias son repetitivas.
Nadie ha podido olvidar,
por ejemplo, en la Cuenca del Papaloapan, las feroces inundaciones de los ríos
que entraban a los pueblos y arrastraba animales, personas, casas, bienes
materiales.
Y aun cuando por fortuna
muchos años hace que dejaron de darse, la experiencia es imborrable, memorable
y citable.
Y por eso mismo, razones de
sobra para apegarse más a la vida. Todos juntos, en familia, para flotar.
Algún día seremos los
sobrevivientes del coronavirus y la recesión.
Expediente
2020
Gabinete
acotado
Luis
Velázquez
10
de septiembre de 2020
El gobierno de
Veracruz está “atrapado y sin salida”, entre la espada y la espada.
Uno. Los
desaparecidos. Los 5 últimos, jóvenes de 19 años de edad pa’lante, en Emiliano
Zapata. Igual que los 5 muchachos de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca.
Igualito que las doce edecanes de Xalapa. Igual, igualito que los 7
comerciantes de Ciudad Mendoza desaparecidos en Ixtaczoquitlán.
Dos. El tiradero de
cadáveres. Feminicidios en primer lugar nacional.
Tres. Primer lugar
nacional en secuestros y extorsiones.
Cuatro. El tiradero
de impunidad y que ha recrudecido la protesta de ONG, activistas y académicos.
Cinco. El quebradero
de comercios, negocios, changarros, empresas, industrias y fábricas.
Seis. El desempleo
galopante.
Siete. El
recrudecimiento de la pobreza y la miseria en la mayoría poblacional.
Ocho. La calidad de
vida más desplomada que nunca.
Nueve. La pésima
calidad educativa.
Diez. La pésima entre
la pésima calidad de salud pública.
Once. Luego de 21
meses, la desigualdad económica y social multiplicándose como los peces, los
panes y el vino.
Doce. La 4T, que
tantas expectativas levantara a mediados del año 2018, en la ruleta rusa, en el
tobogán social, en el descarrilamiento, y sobre un camino extenuante cada vez
más largo y siniestro, lleno de espinas y cardos.
Trece. La muerte de
la esperanza. Ninguna lucecita alumbrando el fondo del túnel social y
económico.
Catorce. El terror y
el miedo en su decibel más alto. Narcojefes policiacos y narcopolicías en Álamo
y Paso del Macho. Detenidos, ajá, aun cuando nadie conoce ni en boletín se han
ocupado del proceso penal si es que tuvieran sujetos a. Peor tantito si se
considera como hipótesis universal el número de municipios que estuvieran
contaminados.
Quince. A pesar de
que llevamos 21 meses con la tribu de MORENA, la venta burda y barata de
esperanzas creyendo que la población todavía cree en ellos y les tiene fe.
SANGRE,
DOLOR, SUFRIMIENTO Y LÁGRIMAS
Dieciséis. Lo peor es
la soberbia, el desdén, la indiferencia, la apatía, el valemadrismo. Todo
junto, sobre los graves pendientes sociales, económicos, educativos, de salud,
seguridad y justicia y desarrollo humano.
Diecisiete. Ejercer
el poder en el día con día. En una política reactiva que a nada lleva, por
ejemplo, siguiendo los estragos de cada día y noche cometidos por los carteles
y cartelitos.
Dieciocho. La
migración que sigue a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y Estados
Unidos debido a una política económica errática para alentar la creación de
empleos y reducida a la venta de mangos, higos y pambazos y que más ingresos
obtienen las taiboleras con el servicio de table-dance a domicilio y virtual.
Diecinueve. La
población soñando con la dicha y la felicidad a partir de un empleo seguro y
estable y pagado con justicia laboral y con salud pública, pero sin ninguna
posibilidad de acceder al paraíso.
Veinte. Por el
contrario, la frivolidad como una constante en el ejercicio del poder. A, de la
política fifí y sabadaba a la política del machete y la moruna. B, la política
distractora de las inyecciones en la nalga en el Palacio Legislativo. C, el
programita “Veracruz se antoja”. D, la venta de higos y mangos. E, la
bata/piyama del secretario de Salud. F, el reality-show en el Tribunal Superior
de Justicia por los cargos públicos. G, el discursito de que la violencia va a
la baja. H, el secretario de Salud inculpando a la población del rebrote del COVID
porque son desobedientes cuando 6 meses después del confinamiento todo ser
humano tiende a rebelarse.
LA
IMAGEN DEL GÓBER
Veintiuno. A Miguel Ángel
Yunes Linares, la población temía. De Javier Duarte, se pitorreaba. Fidel
Herrera cabeceaba. Miguel Alemán Velasco fue distante en el ejercicio del
poder. Patricio Chirinos Calero, indolente. Dante Delgado Rannauro, cercano a
la población con el programa Solidaridad. Fernando Gutiérrez Barrios inspiraba
respeto.
¿Cuál es, entonces,
la imagen que el góber obradorista se ha formado a sí mismo y a través de sus
hechos y acciones y resultados y a través del gabinete legal y ampliado?
¿Lo respetan, le
temen, despierta admiración, cariño, afecto, se pitorrean, inspira ternura,
pena de la pena ajena?
Veintidós. La mayor
parte del gabinete, en los días más oscuros de sus vidas públicas. Unos
cuantos, en el tendedero público. En la cancha jugando, digamos, los secretarios
de Gobierno, Educación, Seguridad Pública y SEFIPLAN. Los demás, sabrán ellos
el bienestar social generado en beneficio de los 6 de los 8 millones de
habitantes de Veracruz en la miseria y la pobreza… si es que hacemos casos a la
estadística del INEGI y los Cuadernillos Municipales de la secretaría de
Finanzas y Planeación.
Un gabinete
cercenado, limitado, acotado, en el limbo.
Veintitrés. Del
conjunto, el peor talón de Aquiles es la secretaría de Seguridad Pública.
En vez de garantizar
la certidumbre en el día con día, la SSP solo está dando tiros, balazos, fuego
cruzado, cadáveres flotando en los ríos y tirados en la calle, decapitados,
mutilados, secuestrados, desaparecidos, extorsiones, sangre, dolor, sufrimiento
y lágrimas.
Los días son duros y
difíciles y cada vez el camino sembrado de más espinas y cardos, casi casi como
si anduviéramos sobre vidrios astillados.
Barandal
•Cornadas
del hambre
•Ranchero,
migrante en E.U.
•Con
el morral a cuestas
Luis
Velázquez
10
de septiembre de 2020
ESCALERAS: Cornelio llegó del rancho a la
vecindad para trabajar de jardinero, lavacoches y hacer mandados. Y hasta de
velador.
Pero como “el hambre
muchas cornadas suele dar”, con unos amigos se echó el morral a la espalda con
par de mudas de ropa y ropa interior, y se fue de migrante sin papeles a
Estados Unidos.
Muchos años después,
unos diez, allá sigue. 6, 7 años después de su partida envió por su novia y
desde entonces, felices y dichosos en el paraíso terrenal, su tierra prometida.
PASAMANOS: Todos los días se levantaba a las 5 de
la madrugada para lavar las 3 camionetas de los patrones y un hijo. A las 7 de
la mañana, las unidades móviles relucían limpias y enceradas.
Entonces, pasaba a
regar el jardín que era amplio, grande, como la mitad de un campo de béisbol.
A veces, también
agarraba la moruna para cortar el monte ya crecidito. Y a machetazo limpio lo
tenía reluciente.
Buena mano para
sembrar árboles y flores. En las tardes solía platicar con una que otra
florecita porque, decía, tienen su vida y florecen a plenitud cuando se les
platica y abraza y apapacha.
CORREDORES: En aquella mansión conoció a la
trabajadora doméstica, de su edad, y originaria de otro rancho en Los Tuxtlas,
como él.
Y noviaron, soñando
que en el advenimiento de un bello día donde los patrones les aumentaran el
salario y pudieran casarse y ahorrar y hasta lograr una casita del INFONAVIT si
es que, claro, la patroncita tenía misericordia de ellos y afiliaba al Seguro
Social.
BALCONES: Pero los sueños utópicos sueños son.
Ilusiones. Quimeras. Irrealidades.
Uno, dos, tres años
pasaron y los días eran iguales. Igual el lunes que el viernes y el sábado. La
vida de Cornelio, lavando los carros, regando el jardín, haciendo mandados. Y
la vida de ella, cocinando, barriendo la casa con la escoba y pasando jerga y
lavando y planchando la ropa de la familia, sin que una lucecita alumbrara el
fondo del túnel donde vivían.
Y así, tal cual, se
dijeron, nadie mejora, nadie prospera, nadie puede seguir viviendo.
Fue cuando Cornelio
miró hacia otros lados y descubrió que unos paisanos estaban en Estados Unidos
y soñaban a plenitud.
PASILLOS: Y simple y llanamente, renunció a los
padrones dueños de aquella mansión soberbia de una cuadra con alberca gigantesca
y gigantesco jardín.
Lo acusaron de todo.
Traidor. Desleal. Ingrato. Mala leche. Y aun cuando terminaron aceptando que
les hacía falta, mucha falta, en ningún momento ofrecieron mayor salario.
Con unos paisanos se
echó el morral con su ropita al hombro y partieron a la aventura.
Hace una década que
se fue. Hace unos 3 años que envió dinerito a su novia y lo siguió. Y allá
viven, en un pueblito de Carolina del Norte, en un ranchito, trabajando como
jornalero y ella en la cocina y ganando en dólares.
Soñando con estar y
ser.
VENTANAS: Según cuenta en un correo electrónico
están felices. Viven bien. Ya procrearon un hijo. Y mientras aquí chambeaban
todos los días sin día de descanso y sin ahorrar, allá, descansan sábado y
domingo y han pasado los años ahorrando.
Por lo pronto, tienen
descartado volver a Los Tuxtlas, de donde son originarios. Incluso, forman
parte de una colonia de paisanos que muchos allá andan y mejor a que si
estuvieran en sus pueblos. Entre todos se cuidan y procuran. Casi casi las
comunas soñadas por Tomás Moro.
Malecón
del Paseo
•El
mejor profesor
•Facultad
de Periodismo
•Francisco
Gutiérrez
Luis
Velázquez
10
de septiembre de 2020
EMBARCADERO: El mejor profesor en la antigua
facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana fue Francisco Gutiérrez…
Maestro en el aula, maestro en el ejercicio reporteril, maestro en la sala de
redacción y maestro en la vida… Generoso y solidario, sin envidias, rencores ni
odios… Siempre impulsando a los estudiantes en quienes veía y sentía y valoraba
y calibraba “madera de reporteros” según decía… En el antiguo Dictamen era
secretario de Redacción y diseñaba páginas interiores, aun cuando nunca fue
diarista en la calle… Pero sabía los secretos del periodismo y enseñaba…
ROMPEOLAS: En la facultad impartía la materia de
Redacción y Estilo… Partía de un principio universal… Una cosita es reportear y
reportear bien todos los hechos sin dejar ninguno al aire y o en el limbo… Y
otra, mil años luz de distancia, la forma cómo cada reportero cuenta la
historia, pues se trata del producto final… En el salón de clases, pedía una
crónica para que cada alumno la leyera y entre todos se sometiera al veredicto
popular como una especie, digamos, de tertulia literaria, donde todos se ayudan
entre sí para escribir mejor…
ASTILLEROS: Profesor de escuela primaria como
varios de su generación trasladados al periodismo (Alfonso Valencia Ríos y
Antonio Salazar Páez, por ejemplo), en la hora de clases solía elevar la voz
como si fuera cantante de ópera con el único objetivo de mantener el interés de
los alumnos… Pero también, centrarse en un punto importante del arte narrativo…
Con frecuencia, hacía que el estudiante escribiera 2, 3, 4, 5, 6 veces la misma
crónica y que él mismo guardaba para luego exponerlas como método pedagógico y
analizar virtudes y defectos…
ESCOLLERAS: Solía invitar al periódico donde
trabajaba para que los alumnos respiraran el medio ambiente en una sala
redacción y amacizaran la vocación… Pero al mismo tiempo, para que si les
interesaba aprendieran el arte del diseño tipográfico y que con gusto enseñaba…
Así, trabajaba triple… Primero, en el aula… Después, en el periódico… Y luego,
hacia el final de la noche cuando terminaba su faena periodística solía invitar
un café para platicar las cosas del día y hacer el balance fundamental…
PLAZOLETA: Director en aquella facultad de
Periodismo-UV, impulsó más, mucho más, a los alumnos con vocación periodística…
Incluso, con sus relaciones, les abría puertas en los medios tanto locales y
estatales como nacionales… Más aún: si algún estudiante soñaba con un viaje
reporteril a una parte del mundo tocaba el corazón y las neuronas del rector de
la UV, Roberto Bravo Garzón, para la compra del boleto y los viáticos por una
semana, digamos… Y el trabajo era publicado… Además, rara y extraña virtud
humana, era cien por ciento discreto… Nada de lucirse ni alardear… Y si alguien
se lo refería siempre acreditaba los méritos de los otros…
PALMERAS: Unos alumnos lo intrigaron… Le armaron el peor zafarrancho moral y debió renunciar a la dirección de la facultad… Muchos años después quedó clara la conspiración en su contra, pero era demasiado tarde para “lavar culpas”… La alumna que se prestó a la jugarreta se arrepintió y quiso explicarse y justificarse… El maestro ya había fallecido… Su nombre, su paso por la tierra y su generosidad se multiplican… Como pocos, excepcionales, pulió y volvió a pulir a montón de reporteros… Además, con una moral “a prueba de bomba”, pues nunca, jamás, le interesaron ni cedió a las tentaciones materiales…
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